El aislamiento de una vivienda es siempre una medida útil y de perspectivas, un eficaz recurso de eficiencia que a la larga fomentará el ahorro y el aprovechamiento de los recursos energéticos.

Aislando la fachada conseguimos mantener y acumular el calor en la estructura, evitando pérdidas y escapes que incrementan los gastos de factura.

Es, en concreto, la técnica del insuflado la que menos daños y molestias ofrece con su instalación, una acción rápida y sencilla con la máxima garantía en resultados.

Su proceso es simple; en primer lugar se lleva a cabo un proceso endoscópico que asegure las condiciones necesarias en la zona de aplicación.

Posteriormente, se planifica sobre la fachada las perforaciones necesarias para la aplicación del material, asegurando el cubrimiento total de la fachada.

A continuación se lleva a cabo el insuflado del material, mediante una fina boquilla éste queda incorporado rellenando cada una de las cavidades intermedias.

Finalmente, procedemos al cerramiento de los orificios practicados en fachada con cemento y materiales afine que garanticen el aspecto inicial de la fachada.